Las respiraciones sincronizadas como si fueran una orquesta
que cada vez se acelera más y más, un aire caliente que recorre los mínimos
espacios que dejamos entre tu cuerpo y el mío, un calor que insoportablemente
agradable que estaría dispuesto a soportar por un largo tiempo si es que no es
para siempre. Un silencio desgarradoramente agradable mientras la sinfónica
empieza a cerrar su espectáculo. Me siento esperando algo que no sé que es y
empiezas a buscar mi piel encontrando mi espalda, que agradable se vuelve todo.
Quizás el insomnio se vuelve más agradable en tu compañía.